Debe nacer en tí

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Si Cristo naciere mil veces en Belén,
y no en ti, seguirás perdido eternamente.»

(Wird Christus tausendmal in Betlehem geboren,/ und nicht in dir, du bleibst noch ewiglich verloren (1.61).

 

Filippo Lippi

Filippo Lippi


¡Oíd el milagro! Cristo es el cordero y también el pastor,

cuando Dios nace hombre en mi alma.

(Hört Wunder! Christus ist das Lamb und auch der Hirt,/ Wenn Gott in meiner Seel’ ein Mensch geboren wird (1,101).

 

Georges de la Tour

Georges de La Tour


¡De qué me sirve Gabriel, que saludes a María

si no tienes el mismo mensaje para mí!

(Was hilft michs Gabriel, dass du Mariam grüsst,/ Wenn du nicht auch bei mir derselbe Botte bist. (2,102).

Angelus Silesius, Cherubinischer Wandersman, El peregrino querubínico, 

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For unto us a Child is born,/ unto us a Son is given,/ and the government shall be upon his shoulder;/ and his name shall be called Wonderful,/ Counsellor, the Mighty God,/ the Everlasting Father, the Prince of Peace.


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Porque un niño nos ha nacido,

nos ha sido dado un hijo,
que tiene sobre su hombro el señorío
y llevará por nombre
maravilloso consejero, Dios fuerte,
Padre sempiterno, Príncipe de la paz.

(Isaías, 9,6)

 

© Lino Althaner
2014

Deus ineffabilis

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El haiku que ilustraba la entrada de ayer se relaciona con un concepto cuya asimilación racional exige ciertamente un esfuerzo importante. El postulado de que la posibilidad de existencia del ser descansa en el vacío es, en efecto, una abstracción intelectual para nada relacionada con la experiencia común y corriente. Igualmente la idea de que ese vacío, esa ausencia de ser, es el solo lugar donde puede ser hallada la divinidad, entendida como la suprema radicalidad, aquella en que toda realidad se sustenta.

Original de Rainer Sturm

Original de Rainer Sturm


Teología negativa o apofática es la que afirma que de Dios, el esencialmente trascendente y del todo distinto a entidad alguna que el hombre pueda imaginarse en el terreno del ser, ningún atributo positivo se puede afirmar. Solo es posible referirse a él por medio de negaciones. Dios es, entonces, lo imposible de expresar en palabras -lo inefable-, lo que no tiene principio ni fin -lo increado, lo eterno- y que carece de todo límite -lo ilimitado, lo todopoderoso-, lo que no es susceptible de ser aprehendido por los sentidos -lo inaprehensible, lo invisible. Dios, conforme a esta visión, la suprema radicalidad que permite que cada ente sea, no obstante que él mismo, por pertenecer a un ámbito de orden completamente distinto, no sería propiamente una entidad ni tendría propiamente un ser. en el sentido en que de un ser humano se puede predicar que, en su condición de ente, es.

A este Dios, que es lo absolutamente otro en el vacío, el hombre solamente puede hallarlo en el vacío, en aquel «fondo -como dice Ramón Panikkar en su libro El silencio de Buddha– que es lo que fundamentalmente somos y que es idéntico, al mismo tiempo, a lo que ‘otro’ hombre pueda experimentar: aquel fondo que constituye lo más profundo de cualquier hombre, como lo puede comprobar quien haga tal experiencia; aquella hondura se vive, percibe, siente intuye, como el fundamento único de todas la cosas… y que no se agota en ninguna de ellas,… pues es un ‘trasfondo’ sin fondo». Solo en la inmediatez de ese trasfondo es posible experimentar la radicalidad divina, una experiencia de lo absolutamente otro, de lo inefable. Una experiencia , como afirman los místicos, de la noche oscura, de lo inefablemente otro, oscuro por incomprensible.

San Gregorio de Nisa

San Gregorio de Nisa (siglo IV)


Yo estaba pensando en un párrafo para presentar unos poemas apofáticos de Angelus Silesius, un personaje que ha aparecido en algunas entradas anteriores del blog. Pues bien llevo tres párrafos y no he avanzado demasiado. Espero que a alguno de mis lectores les sirvan, si les resultan interesantes, para aclarar sus ideas. Dejaré por lo tanto los poemas del Peregrino Querubínico para el próximo artículo, contentándome por ahora con citar unos párrafos de San Gregorio de Nisa:


El verdadero conocimiento… y la verdadera visión consisten en ver que él es invisible.


Lo que hay que conocer acerca de Dios consiste en saber que conocerlo
no es otra cosa 
que descubrir que nada de lo que la mente humana puede
conocer acerca de Dios es 
conocer a Dios.


Este modo de acercarse a la trascendencia está muy emparentado con el budismo. Es lo que explica Panikkar en su libro. Es lo que da a entender Angelus Silesius en sus poemas.

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También la música, si es música en serio, nos dice de lo inefable, de lo que permanece oculto en el misterio. Este motete -Veni Sancte Spiritus- es del compositor inglés John Dunstable (1390-1453).


© Lino Althaner
2014

La rosa inmarcesible

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Simbolismo inagotable el de la rosa. Representa la rosa la perfección, la completa realización de lo que, por lo tanto, puede retornar a su origen, pues es del todo semejante a la Idea. La rosa es la belleza y la verdad, la pureza, lo sublime inmaculado.  Pero también está asociada a la pasión, la pasión amorosa y la pasión del que sufre, del que padece, física y espiritualmente.
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En el cristianismo, la rosa está asociada a María, Mater Dei, la rosa mística de la Letanía lauretana. También a a la pasión de Jesús de Nazaret. Así la adopta Martín Lutero como emblema -por el mismo diseñado- del movimiento reformista protestante. El símbolo del que padece, del que ha muerto, pero vive –vivit, dice el emblema.

Varias cosas nos dice sobre la rosa la poesía mística de Angelus Silesius, el poeta germano del siglo XVII, en un libro tan hermoso y poco conocido como es su Peregrino Querubínico. Una versión bilingüe en alemán y francés, de 1945, que adquirí en Buenos Aires a mi amigo Hernán Silva, de la librería Aletheia, se encuentra entre los tesoros de mi biblioteca.

Desde luego, para Silesius la rosa es un símbolo cristiano cargado de idealismo platónico o mejor neoplatónio. Esa rosa perfecta que ven nuestros ojos simboliza a aquella que florece en la eternidad divina, en el Empíreo, en el Paraíso:

La rosa que aquí admira tu mirada exterior
florece asimismo en la eternidad de Dios.
(I, 108)

(Die Rose, welche hier dein äusseres Auge sieht, / Die hat von Ewigkeit in Gott also geblüht).
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En esa intemporalidad inespacial en que las cosas se consuman en belleza, en perfección, en bien y en verdad. En que los opuestos desaparecen. En que las cosas pierden apariencia para ser lo que son.

Insiste Silesius en que lo Absoluto carece de razón de ser. Es simplemente porque es, porque allí mora el puro Ser original, increado, sin causa, del cual brotan las Ideas platónicas, las Formas del neoplatonismo.

Así, puede decir:

La rosa carece de porqué, simplemente florece.
Sin turbarse por sí misma, ni preguntarse si alguien la observa.
(1,289)

(Die Ros’ ist ohn warum, sie blühet weil sie blühet, / Sie acht nicht ihrer selbst, fragt nicht ob man sie sieht).

En la morada del Ser, no hay lugar para aparentar ni para poseer. Ni para adquirir o para intercambiar. Allí es suficiente con ser.

Este poema de Silesius, lo cita Jorge Luis Borges en la última de sus Siete Noches para referirse a la esencia de la poesía. Por cierto que no tendrá mucho sentido para  quienes son incapaces de sentir la poesía, o sea, según el mismo escritor argentino, maestro de la ironía y de la paradoja, para quienes deben generalmente contentarse con enseñarla. 

Y también nos dice el Peregrino Querubínico que ante Dios, que es el que es, nos debemos abrir como una rosa, para acercarnos a él:

A Dios recibirás con toda su bondad
si te abres a él como una rosa.
(III, 87)

(Dein Herz empfänget Gott mit allem seinen Gut, / Wann es sich gegen ihm wie eine Ros’ auftut).
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Vincent van Gogh – rosas rosadas (imagen de wikipaintings.org)

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Es esta la rosa inmarcesible, o sea, la que no se marchita. ¡Qué desgracia imaginar que esta rosa pudiera decaer, ajarse, ser presa del mal! La mayor pesadilla.

Pero William Blake tiene un poema sobre La rosa enferma:

Oh rosa, estás enferma;
El gusano invisible
que vuela por la noche,
en la tormenta ululante

ha encontrado tu lecho
de purpúreo goce.
y su amor oscuro y secreto
destruye tu vida.

(The sick rose // O rose, thou art sick; / The invisible worm / That flies in the night, /In the howling storm, // Has found out thy bed of crimson joy, / And his dark secret love / Does thy life destroy.)
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                              William Blake – The sick rose (imagen – wikipedia)

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Algo bello, algo grande, está siendo amenazado en este poema. ¿Es tan solo una beldad fugitiva, del mundo de carne y hueso? ¿Es algo más bien espiritual? ¿Es la centella sepultada, es la chispa que casi no brilla, es el fuego que amenaza con apagarse? ¿El espíritu del mundo que declina? ¿Es el gusano de las miserables apariencias que trata de imponerse sobre el espíritu inmortal?
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© Lino Althaner
2012 

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