Si Cristo naciere mil veces en Belén, y no en ti, seguirás perdido eternamente.»
(Wird Christus tausendmal in Betlehem geboren,/ und nicht in dir, du bleibst noch ewiglich verloren (1.61).
Filippo Lippi
¡Oíd el milagro! Cristo es el cordero y también el pastor, cuando Dios nace hombre en mi alma.
(Hört Wunder! Christus ist das Lamb und auch der Hirt,/ Wenn Gott in meiner Seel’ ein Mensch geboren wird (1,101).
Georges de La Tour
¡De qué me sirve Gabriel, que saludes a María si no tienes el mismo mensaje para mí!
(Was hilft michs Gabriel, dass du Mariam grüsst,/ Wenn du nicht auch bei mir derselbe Botte bist. (2,102).
Angelus Silesius, Cherubinischer Wandersman, El peregrino querubínico,
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For unto us a Child is born,/ unto us a Son is given,/ and the government shall be upon his shoulder;/ and his name shall be called Wonderful,/ Counsellor, the Mighty God,/ the Everlasting Father, the Prince of Peace.
Porque un niño nos ha nacido, nos ha sido dado un hijo, que tiene sobre su hombro el señorío y llevará por nombre maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz.
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Algo de lo más importante está por ocurrir. Lo vamos a celebrar. Tal vez conmemoraremos con una cena en familia, unos bellos ornamentos apropiados para la ocasión, un pino emperifollado o, mejor, un pesebre con el Niño, María y José, ángeles, pastores, magos venidos de oriente. Muchos animalitos que observan el acontecimento del nacimiento del Salvador. Quizás una música apropiada para la ocasión. Yo elegiría probablemente el hermoso concierto fatto per la notte di Natale, de Arcangelo Corelli (1653-1713). Si le tomaramos el peso a lo que todo ello representa, sería verdaderamente una enormidad. Si estuviéramos plenamente conscientes de lo que este Nacimiento significa, tendríamos motivos para exultar de gozo de manera indefinida. Sobre ello tendríamos que meditar.
B.E. Murillo – Virgen y Niño – wikipaintings.org
Pero sucede algo todavía más significativo. Para ello, claro, tendremos que preparar un rincón muy humilde en nuestros corazones y allí disponer un pesebre. Entonces sí que ocurrirá un portento. No la sola celebración y conmemoración sino un hecho actual: nacerá el Niño Dios en el sancta sanctorum de nuestra intimidad. Al centro del amor y de la paz que le hemos preparado, allí él se instalará y no más lo podremos olvidar.
Pero habremos de mantener una rigurosa disciplina, si queremos que permanezca a nuestro lado. No molestarlo con el ruido, con las disputas, con las pequeñeces que suelen hacer nuestro diario quebranto. Si estamos seguros de que está con nosotros ¿no seremos capaces de mantener la calma, de sosegar la ira, de avivar la llama del amor?
En el siguiente villancico, Lope de Vega (1562-1635) les pide a los ángeles que sujeten las ramas de las palmas de Belén, conmovidas por el viento, para que el Niño pueda dormir en su paz. Es la paz que tendremos que imponer a nuestras inquietudes y nuestros reclamos, al ruido sin sentido que se enseñorea de pronto de nosotros, hasta hacernos parecer enajenados. Si queremos no olvidarlo. Como los ángeles, aquietemos las palmas.
Pues andáis en las palmas, ángeles santos, que se duerme mi Niño, tened los ramos.
Palmas de Belén que mueven airados los furiosos vientos que suenan tanto; no le hagáis ruido, corred más paso. Que se duerme mi Niño, tened los ramos.
El Niño divino que está cansado de llorar en la tierra por su descanso, sosegaros quiere un poco del tierno llanto. Que se duerme mi Niño, tened los ramos.
Rigurosos hielos le están cercando; ya veis que no tengo con qué guardarlo. Ángeles divinos que vais volando, que se duerme mi Niño, tened los ramos.
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Este villancico lo conozco en tres versiones musicalizadas. Una es la española, flamenca, que interpretada por el cantante español Fernando Terremoto, suena muy emotiva y auténtica. Hermosa versión.
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. La segunda es de la madurez de Johannes Brahms (1833-1897), una obra maestra (opus 91, número 2) de este músico, basada en una adaptación de Lope por el poeta alemán Emanuel von Geibel. La versión que adjunto la interpreta la soprano estadounidense Jessye Norman.
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(Die ihr schwebet/ Um diese Palmen/ In Nacht und Wind,/ Ihr heilgen Engel,/ Stillet die Wipfel!/ Es schlummert mein Kind.// Ihr Palmen von Bethlehem/ Im Windesbrausen,/ Wie mögt ihr heute/ So zornig sausen!/ O rauscht nicht also!/ Schweiget, neiget/ Euch leis und lind;/ Stillet die Wipfel!/ Es schlummert mein Kind.//Der Himmelsknabe/ Duldet Beschwerde,/ Ach, wie so müd er ward/ Vom Leid der Erde./ Ach nun im Schlaf ihm/ Leise gesänftigt/ Die Qual zerrinnt,/ Stillet die Wipfel!/ Es schlummert mein Kind.// Grimmige Kälte/ Sauset hernieder,/ Womit nur deck ich/ Des Kindleins Glieder!/ O all ihr Engel,/ Die ihr geflügelt/ Wandelt im Wind,/ Stillet die Wipfel!/ Es schlummert mein Kind).
La tercera es la del músico austríaco de origen esloveno Hugo Wolf (1860-1903), basada también en el texto de Emanuel von Geibel. Aquí la interpreta la gran cantante alemana Elisabeth Schwarzkopf.
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. Si no olvidamos a Corelli y a tantos otros músicos, muchos de ellos anónimos, que han creado música bella para la Navidad, tendremos desde ya la posibilidad de crear un ambiente sonoro propicio para celebrar a Jesús que vuelve a nacer en nuestros hogares y en nuestros corazones. Sin petardos ni gritos ni otras estridencias. Para protegerlo de los metafóricos hielos, que lo están cercando, que sirvan las bellas melodías navideñas y el fuego de nuestro amor.
Está entrada la he editado varias veces: la primera vez fue a fines de 2011. He debido hacerlo para poner de manifiesto los avances tecnológicos del blog, que ahora acepta los videos, y también para incluir el nuevo material concerniente a este villancico de Lope, que he ido descubriendo. En esta ocasión incorporé el video de Elisabeth Schwarzkopf interpretando la música de Hugo Wolf.
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Ha brotado una rosa, de una tierna raíz. Decían los ancianos que venía de Jesse. Y surgió este capullo en medio del invierno justo a la medianoche.
De esta florecilla profetizó Isaías. Por la Virgen María, por ella nos llegó. Sin perder su pureza dio ella a luz un niño cuando Dios lo ordenó.
Jesús, mientras sigamos en este triste valle que tu guía nos lleve a la eterna morada. Que en el reino del Padre por siempre te alabemos permítenos, oh Dios.
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Es ist ein’ Ros’ entsprungen, aus einer Wurzel zart. Als uns die Alten sungen, von Jesse war die Art. Und hat ein Blüm’lein ‘bracht; mitten im kalten Winter, wohl zu der halben Nacht.
Das Röslein, das ich meine, davon Jesaia sagt, hat uns gebracht alleine Marie die reine Magd. Aus Gottes ew’gem Rat, hat sie ein Kind geboren, welches uns selig macht.
O Jesu, bis zum scheiden aus diesem Jammertal lass dein Hilf uns geleiten hin in den Freudensaal. In deines Vaters Reich Da wir Dich ewig loben. O Gott, uns das verleih.
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Cantoral de Speyer
Esta canción navideña, una de las más hermosas que conozco, fue compuesta en el siglo XVI. Aparece ya en el Cantoral de Speyer, impreso en Colonia en 1599. Fue luego armonizada por Michael Praetorius (1571-1621) en 1609, alcanzando así la forma en que hoy día se la conoce. La letra, que tiene muchas variantes, es de autor desconocido. Es cantada tanto en la liturgia católica como en la protestante.
La versión que arriba presente es de The King’s Singers (Los cantores del Rey), un conjunto inglés merecedor de su nombre. Enseguida adjunto la del Ensemble Amarcord, con sede en Leipzig.
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La melodía fue usada por Johannes Brahms (1833-1897) como base para su preludio coral para órgano, transcrito luego para orquesta por Erich Leinsdorf. También por Hugo Distler (1908-1942) en su oratorio Die Weinachtsgeschichte (La historia de Navidad), y por el músico sueco Jan Sandström (1954) para una composición para dos coros a capella.
Lo que en diciembre se celebra, su sentido, cada vez se nos vuelve menos claro. Prontos estamos, en cambio, para morder el anzuelo que nos tienden los comerciantes, que ya desde fines de octubre comienzan a preparar su propia celebración a costa nuestra. Cosa que hacen con gran generosidad, abriendo ampliamente las puertas al consumo y al endeudamiento (¡miel sobre hojuelas!), al pago diferido (mientras más diferido, más suculento para el comerciante y más oneroso y usurario para su cliente).
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Albrecht Durer – Cervus lucanus (wikipaintings.org)
Bueno, la verdad es que los comerciantes no celebran la gran fiesta del mes de diciembre. Lo de ellos es más bien una gran contracelebración, que repetida año tras año, ha terminado por hacer que nos olvidemos de la verdadera fiesta. Ella no es la llegada del Viejo Pascuero ni el pino iluminado por ampolletitas intermitentes, rodeado de regalos con que engañamos a los niños y nos hacemos lesos a nosotros mismos. No es esta la fiesta de la competencia y de la ostentación, éste no es un evento farandulero. Es esta la fiesta del Nacimiento, del Renacimiento, de la Redención. Es la fiesta del tiempo que se renueva, que algún día se renovará completamente. Es por ello propicio que se halle tan cercana al Año Nuevo.
Si celebramoas, hagámoslo como es debido. Celebremos con sentido. Sabiendo lo que estamos celebrando. Tratando de recuperar esta fiesta para nosotros, arrebatándola de las manos de quienes la han disminuido y desnaturalizado, y multiplicado para su intereses. No es esta la fiesta del mercado, no es la fiesta del comercio, de los bancos, de los supermercados. Es esta la fiesta del hombre, del niño, es esta la gran fiesta de la familia, que es el lugar en que se encuentran el hombre, la mujer, el niño y el anciano, que debieran juntarse especialmente en esta ocasión, para recordar y festejar lo que se celebra de verdad.
No es este el mes de las urgencias. Aunque a veces parece que lo fuera. En el ciego afán de cumplir con los roles que el mercado liberal nos ha asignado, corremos como nunca este mes. Como consecuencia de lo cual aumentan los tropezones, los pisotones, los codazos y los choques. Aumentan los clientes de las postas de urgencia y de la morgue. Crece el descontrol, la agresividad, está la ira a flor de piel. El entorno presiona a las personas hasta lo insoportable, obligándolas a comportarse contrariando su naturaleza. Urgiéndose sin sentido plausible. Ocurre mucho en diciembre. Aumentan los síntomas de enfermedades que aparecen porque es demasiada la presión: delirios, alucinaciones, manías (las típicas «enfermedades de la cabeza» de Kant) y nuestras conocidas depresiones. En este mes de diciembre, en que celebramos al Hombre que nace, tengámonos respeto, acordémonos que somos nada menos que hijos de Dios. Este no es el mes del ajetreo y de la prisa, sino el del retiro, la meditación y la calma, la paz. Así me lo enseñaron quienes sabían lo que en ese ambiente había que festejar.
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Albrecht Durer – Joven liebre (wikipaintings.org)
El espíritu profundo de este mes nos dice, en cambio, que no nos apuremos. O que nos apuremos sin prisa. Festina lente reza el lema. Caminad lentamente si queréis llegar más pronto a un trabajo bien hecho. Una vez más se los recuerdo, pues resulta especialmente válido para el mes de Navidad. El oro del mundo, que nos llega a raudales este mes, se pierde en la prisa.
Rainer Maria Rilke, el poeta bohemio, comenta sobre el particular en sus Sonetos de Orfeo (XXII):
Wir sind die Treibenden. Aber den Schritt der Zeit, nehmt ihn als Kleinigkeit im immer Bleibenden.
Alles das Eilende wird schon vorüber sein; denn das Verweilende erst weiht uns ein.
Knaben, o werft den Mut
nicht in die Schnelligkeit,
nicht in den Flugversuch.
Alles ist ausgeruht:
Dunkel und Helligkeit,
Blume und Buch.
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Albrecht Durer – Retrato de un joven (wikipaintings.org)
Lo que en español debería sonar más o menos así:
Somos hombres inquietos. Pero el paso del tiempo no es más que pequeñez en lo eternamente perdurable.
Todo lo que apremia pronto habrá pasado; pues sólo es capaz de consagrarnos lo que permanece.
Oh, no pongáis, muchachos, el valor en la urgencia ni en el querer volar.
Está todo en reposo: la sombra y también la claridad, la escritura y la flor.
Para finalizar esta entrega, resumo estas pequeñas sugerencias para el mes de diciembre:
no agitarse comprando, no endeudarse, no participar en la competencia que el mercado nos impone, no hacer ostentación, no dejarse llevar por la urgencia .
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Albrecht Durer – Manos en oración (wikipaintings.org)
y todo posponerlo para acordarse de lo que hay que celebrar.
Para ponerse en sintonía con la fiesta, que sirva este concierto de Arcangello Corelli, fatto per la notte di Natale. La pastoral maravillosa con que termina, ¡qué manera de impregnarnos del espíritu de la Navidad! .
Algo de lo más importante está por ocurrir. Lo vamos a celebrar. ¿Pero que es lo que está por suceder? Tal vez conmemoraremos con una cena en familia, unos bellos ornamentos apropiados para la ocasión, un pino emperifollado o, mejor, un pesebre con el Niño, María y José, ángeles, pastores, magos venidos de oriente. Muchos animalitos que observan el acontecimento del nacimiento del Salvador. Quizás una música apropiada para la ocasión. Yo elegiría probablemente el maravilloso concierto fatto per la notte di Natale, de Arcangelo Corelli. Si le tomaramos el peso a lo que todo ello representa, sería verdaderamente una enormidad. Si estuviéramos conscientes de lo que este Nacimiento significa, tendríamos motivos para exultar de gozo de manera indefinida. Sobre ello tendríamos que meditar.
B.E. Murillo – Virgen y Niño – wikipaintings.org
Pero sucede algo todavía más significativo. Para ello, claro, tendremos que preparar un rincón muy humilde en nuestros corazones y allí disponer un pesebre. Entonces sí que ocurrirá un portento. No la sola celebración y conmemoración sino un hecho actual: nacerá el Niño Dios en el sancta sanctorum de nuestra intimidad. Al centro del amor y de la paz que le hemos preparado, allí él se instalará y no más lo podremos olvidar.
Pero habremos de mantener una rigurosa disciplina, si queremos que permanezca a nuestro lado. No molestarlo con el ruido, con las disputas, con las pequeñeces que suelen hacer nuestro diario quebranto. Si estamos seguros de que está con nosotros ¿no seremos capaces de mantener la calma, de sosegar la ira, de avivar la llama del amor?
En el siguiente villancico, Lope de Vega les pide a los ángeles que sujeten las ramas de las palmas de Belén, conmovidas por el viento, para que el Niño pueda dormir en su paz. Es la paz que tendremos que imponer a nuestras inquietudes y nuestros reclamos, al ruido sin sentido que se enseñorea de pronto de nosotros, hasta hacernos parecer enajenados. Si queremos no olvidarlo. Como los ángeles, aquietemos nuestras palmas.
Pues andáis en las palmas, ángeles santos, que se duerme mi Niño, tened los ramos.
Palmas de Belén que mueven airados los furiosos vientos que suenan tanto; no le hagáis ruido, corred más paso. Que se duerme mi Niño, tened los ramos.
El Niño divino que está cansado de llorar en la tierra por su descanso, sosegaros quiere un poco del tierno llanto. Que se duerme mi Niño, tened los ramos.
Rigurosos hielos
le están cercando; ya veis que no tengo
con qué guardarlo. Ángeles divinos
que vais volando, que se duerme mi Niño, tened los ramos.
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¿Está claro?
A este villancico lo conozco en tres versiones musicalizadas. Una es la española, flamenca, que interpretada por el cantante español Fernando Terremoto, suena digna de su apellido. Muy emotiva, en todo caso, y auténtica.
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La segunda es de la madurez de Johannes Brahms (opus 91, número 2), una obra maestra de este músico, basada en una adaptación de Lope por el poeta alemán Emanuel von Geibel.
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Hay todavía otra musicalización de este villancico, por el músico alemán Hugo Wolf.
Si no olvidamos a Corelli y a tantos otros músicos, muchos de ellos anónimos, que han creado música bella para la Navidad, tendremos desde ya la posibilidad de crear un ambiente sonoro propicio para que Jesús que está naciendo pueda reposar. Sin petardos ni gritos ni cumbias. En el pesebre que le hemos preparado, en el muy humilde establo de nuestros corazones. Para protegerlo de los hielos, que lo están cercando, que baste con el fuego que lo está esperando.
Les recuerdo otro detalle, de lo más importante. Las fiestas del Año Nuevo complementan las de la Navidad. Tomemos las medidas para que así sea.