El gran depredador

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Me acosaban los depredadores. Se cebaban en mis hijos, en mis mujeres, en mis hermanos. Pero yo carecía de garras y de grandes colmillos, y no destilaba veneno. Tendría que aprender de las bestias.  Pasaron más de cien mil años  Y aprendí.  De pronto me vi armado, de un mazo, un cuchillo, una lanza. Un arco y una flecha. Las bestias empezaron a temerme. Algunas inclinaron la cabeza. Ofrecí sus cuerpos a los dioses. Subió a los cielos el humo de los sacrificios. Me sirvieron de alimento. La tierra, entonces, dio un alarido. Un relámpago de mi conciencia le dio la razón. Pero no dije que no cuando aún era tiempo. Es que había nacido en mí la sed de sangre. Me hice adicto.  Inventé instrumentos de matanza cada vez más exquisitos. Y la sangre corrió, como un río cada vez más caudaloso. Algún tiempo después de que un hombre matara a su hermano por primera vez, ya se mataban entre sí pueblos enteros, arengados por sus dioses. La tierra dio entonces otro aullido, que pasó para mí inadvertido. Para entonces yo pisaba ya de lleno la historia. Y después de todos estos siglos, no hay quien discuta mis méritos. Ostento con orgullo mi bien ganada fama de gran depredador.

©

Lino Althaner

Como una novia negra

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Hurgando entre mis libros, he redescubierto una antología de poesía árabe (La poesía árabe clásica, Hiperión, Madrid 2002), en la cual he conocido la obra de más de un personaje interesante, Abu al ʿAla Al-Maʿarri, pensador y poeta sirio que viviera entre los años 973 y 1058.  No era precisamente un personaje religioso. Por el contrario, rechazaba la pretensión del Islam o de cualquiera otra religión de poseer exclusivamente la verdad. Se caracterizaba, además, por su respeto por la naturaleza, reflejado tanto en su vegetarianismo como en su extremada conciencia ecológica.


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Forma parte del exclusivo círculo de literatos ciegos, integrado, entre otros, por Homero, John Milton y José Luis Borges, y en el mundo arábigo por Bassar Ibn Burd, Ibn Sida de Murcia y el contemporáneo Taha Husayn. La ceguera de Abu al ‘Ala, unida a su profundo escepticismo, lo llevan a recluirse en su morada de Maarat al- Nu’ man. 

Lo absurdo puedo decirlo en voz alta,
más cuando digo algo cierto,
lo hago en un suave murmullo de voz.

Tal vez las consecuencias de no haber respetado esta máxima, esto es, el haber dicho la verdad en voz alta y no en un suave o ambiguo murmullo, se siguen manifestando casi mil años después de su muerte. Grupos fundamentalistas islámicos, después de haber perpetrado ataques en contra de estatuas del poeta en territorio sirio, decapitaron 3l año 2013 un busto suyo ubicado en su ciudad natal.


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Las cadenas de su ceguera motivaron algunos de sus versos más hermosos:

Me veo en mis tres cárceles
y no preguntes por la funesta elección:
he perdido la vista.
Permanezco recluido en casa
y en el vil cuerpo está recluida el alma.

O este otro:

Esta noche mía es como una novia negra con collares de perlas

Su noche, la ceguera. Collares de perlas, sus visiones poéticas, joyas de su imaginación.


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En el ejemplo siguiente, su poesía es reflejo de su respeto amoroso hacia la naturaleza, de su precursora conciencia ecológica:

No comas injustamente lo que procede del mar.
No apetezcas comer la carne tierna, recién matada,
ni la que murió de muerte natural.
No atrapes a los pájaros, en su ignorancia, tendiéndoles trampas,
pues la opresión es el mal de los abominables,
y deja la miel de las abejas para las que se abren las aromáticas plantas
pues no la producen para otros ni la elaboran para repartirla.
Me he lavado las manos de todo eso.
Ojalá hubiera reparado en ello antes de que encaneciesen mis sienes.
¡Hijos de mi época!:
¿Acaso conocéis, como yo, estos secretos pensamientos,
que sin embargo antes no divulgué?

Su visión pesimista de la vida:

Pisa ligero.
No creo que la superficie de la Tierra esté hecha
sino de restos de cuerpos.

El primer verso, en la traducción, me recuerda uno inolvidable de W. B. Yeats:Tread softly because you tread on my dreams (Pisa ligero, que pisas sobre mis sueños).


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Y la pregunta del escéptico, con su dejo de ironía:

Sabemos que el cuerpo no siente nada tras la muerte.
Pero, ¿siente el espíritu tras abandonar el cuerpo?

Abu-l-Ala’ al-Maarri, poeta filósofo por excelencia. Uno de los grandes de la literatura clásica árabe.


© 2014
Lino Althaner

Tomemos el pincel y las pinturas

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Suele ocurrir que despertemos con una sensación de indefinible desasosiego, con una pesadez en la cabeza o en todo el cuerpo, y a veces afectados por una suerte de inseguridad, física y metafísica. Me solía ocurrir con alguna frecuencia cuando en mis días de sometimiento a la alarma estridente en las mañanas, seguida del presentimiento de una jornada más, con frecuencia rutinaria y sin sentido.

Preferentemente me ocurría los lunes.

Uno de esos días encontré estos versos de Yalal-ad-Din Muhammad Rumi, el poeta místico persa del siglo XIII, uno de los grandes representantes de la espiritualidad sufi. Según él, en la medida que el hombre se desarrolla en la invención de cosas necesarias para alimentar su ego -ese puro fantasma- ansioso de poder, de riqueza, de fama, se aleja cada vez más de sí mismo y hace cada vez más densa la muralla que lo separa de lo Uno, de lo Absoluto, que no solo parece sino que es. 

Encuentro de Rumi con místicos persas

Encuentro de Rumi con místicos persas

.
Sus palabras son las de un sabio entre los sabios:

Hoy día, como cualquiera otro,
despertamos vacíos y asustados.
Entonces, no nos afanemos. 
No abramos la puerta al estudio.
No empecemos a leer.
Tomemos mejor un instrumento musical.

Hoy día, como cualquiera otro,
despertamos vacíos y asustados.
No nos entreguemos entonces a nuestros afanes.
Tomemos el pincel y las pinturas.
Y que la belleza que amamos
sea lo que hacemos.

Hoy día como cualquier otro
despertamos vacíos y asustados.
Pero no nos apuremos.
Lancemos la red al pozo de los sueños.
Sintamos tan solo y escuchemos.
Hay mil formas de inclinarse a besar la tierra.

Y que sea lo que hacemos
la belleza que amamos.

.

.
La versión que muestra el vídeo es del poeta estadounidense Coleman Barks, gran difusor de la poesía de Rumi en los países de habla inglesa. 

Rumi, sabio entre los sabios. Sabio de una sabiduría que no se basa en la pura razón del intelecto. El intelecto es un sentido más. Se apoya también entonces, su sabiduría, en el mensaje iluminado de los cinco restantes sentidos. Y, además, en la muy iluminada intuición, fuente de vera imaginatio. Un poco como todos los místicos. Que hallan en esos siete pilares el fundamento de la armonía.

 


© 2014
Lino Althaner

Como una novia negra

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Hurgando entre mis libros, he redescubierto una antología de la poesía árabe clásica (La poesía árabe clásica, Hiperión,Madrid 2002), en la cual he conocido la obra de más de un personaje interesante, Abu al ʿAla Al-Maʿarri, pensador y poeta sirio que viviera entre los años 973 y 1058.  No era precisamente un personaje religioso. Por el contrario, rechazaba la pretensión del Islam o de cualquiera otra religión de poseer exclusivamente la verdad. Se caracterizaba, además, por su respeto por la naturaleza, reflejado tanto en su vegetarianismo como en su extremada conciencia ecológica.


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Forma parte del exclusivo círculo de literatos ciegos, integrado, entre otros, por Homero, John Milton y José Luis Borges, y en el mundo arábigo por Bassar Ibn Burd, Ibn Sida de Murcia y el contemporáneo Taha Husayn. La ceguera de Abu al ‘Ala, unida a su profundo escepticismo, lo llevan a recluirse en su morada de Maarat al- Nu’ man. 

Lo absurdo puedo decirlo en voz alta,
más cuando digo algo cierto,
lo hago en un suave murmullo de voz.

Tal vez las consecuencias de no haber respetado esta máxima, esto es, el haber dicho la verdad en voz alta y no en un suave o ambiguo murmullo, se siguen manifestando casi mil años después de su muerte. Grupos fundamentalistas islámicos, después de haber perpetrado ataques en contra de estatuas del poeta en territorio sirio, decapitaron 3l año 2013 un busto suyo ubicado en su ciudad natal.


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Las cadenas de su ceguera motivaron algunos de sus versos más hermosos:

Me veo en mis tres cárceles
y no preguntes por la funesta elección:
he perdido la vista.
Permanezco recluido en casa
y en el vil cuerpo está recluida el alma.

O este otro:

Esta noche mía es como una novia negra con collares de perlas

Su noche, la ceguera. Collares de perlas, sus visiones poéticas, joyas de su imaginación.


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En el ejemplo siguiente, su poesía es reflejo de su respeto amoroso hacia la naturaleza, de su precursora conciencia ecológica:

No comas injustamente lo que procede del mar.
No apetezcas comer la carne tierna, recién matada,
ni la que murió de muerte natural.
No atrapes a los pájaros, en su ignorancia, tendiéndoles trampas,
pues la opresión es el mal de los abominables,
y deja la miel de las abejas para las que se abren las aromáticas plantas
pues no la producen para otros ni la elaboran para repartirla.
Me he lavado las manos de todo eso.
Ojalá hubiera reparado en ello antes de que encaneciesen mis sienes.
¡Hijos de mi época!:
¿Acaso conocéis, como yo, estos secretos pensamientos,
que sin embargo antes no divulgué?

Su visión pesimista de la vida:

Pisa ligero.
No creo que la superficie de la Tierra esté hecha
sino de restos de cuerpos.

El primer verso, en la traducción, me recuerda uno inolvidable de W. B. Yeats: Tread softly because you tread on my dreams (Pisa ligero, que pisas sobre mis sueños).


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Y la pregunta del escéptico, con su dejo de ironía:

Sabemos que el cuerpo no siente nada tras la muerte.
Pero, ¿siente el espíritu tras abandonar el cuerpo?

Abu-l-Ala’ al-Maarri, poeta filósofo por excelencia. Uno de los grandes de la literatura clásica árabe.

© 2014
Lino Althaner

La canción de Kabir (The song of Kabir)

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Poco se sabe de la vida de Kabir (1440-1518), el poeta místico de la India. Se crió en un medio musulmán, pero luego se hizo discípulo del asceta hindú Ramananda. Tanto entre los sufis como entre los brahmines es considerado santo, y su influencia espiritual se mantiene el día de hoy. Su poesía, como la de tantos otros grandes místicos, suele volar por encima de las denominaciones y los cánones religiosos.

Brahma Vishnú Mahesh Trimurti

Brahma Vishnú Mahesh Trimurti


He aquí una de ellas:


Oh alma mía, que vas y que vienes

por las sendas del espacio y del tiempo.
En el juego inútil no hallarás el camino.
Fija tus metas y anda.

Entona un canto con toda tu alma
para que no tengas que cantar otra vez.
Ámalo a él con todo el corazón
para que no tengas que amar otra vez.

Oh alma mía…

Camina el sendero con total confianza
para que no tengas de nuevo que andar.
Entrégate a un tal Maestro
que no tengas que buscar otra vez.

Oh alma mía…

Eleva una oración con toda tu alma
para que no tengar que rezar otra vez.
Muere a la vida a los pies de Dios,
que no tengas que morir otra vez.

Oh alma mía…

Respira mi Amor
Respira mi Amor
en el inmóvil centro.

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Snatam Kaur es una cantante estadounidense especializada en la música devocional de la India. Es ella quien interpreta los versos de Kabir, hechos canción:
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.
Oh my Soul, you come and you go/ Through the paths of time and space./ In useless play you’ll not find the way/ 
So set your goals and go.// Sing such a song with all your life/ You will never have to sing again./ Love such a one with all your heart/ You will never need to love again.// Oh my Soul you come and you go… // Walk such a path with all your faith/ You will never have to wander again./ Give yourself to such a Guru/ You will never have to seek again.// my Soul … // Pray such a prayer with all your soul/ You will never have to pray again./ Die such a death at the feet of God/ You will never have to die again.// Breathe my Love/ Breathe my Love/ Breathe in the quiet centre.


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Otra hermosa expresión poética de este gran místico indio la hallamos en los siguientes versos. En ellos se manifiesta otro aspecto del sentimiento de absoluta negación del yo en aras de una entrega absoluta a un Dios innombrable.


No vendré

Ni iré
No viviré
ni moriré.

Seguiré murmurando
el nombre
y en él
me entregaré.

Soy la copa
Soy el plato
Soy el hombre
y la mujer.

Soy la dulce lima
y el pomelo.
Soy hindú
y musulmán.

Soy el pez
y soy la red
Soy el pescador
y el tiempo.

Yo soy nada
dice Kabir
yo no estoy entre los vivos
ni estoy entre los muertos.


I won’t come/ I won’t go/ I won’t live/ I won’t die// I’ll keep uttering/ The name/ And lose myself/ In it// I’m bowl/ And I’m platter/ I’m man// And I’m woman// I’m grapefruit/ And I’m sweet lime/ I’m Hindu/ And I’m Muslim// I’m fish/ And I’m net/ I’m fisherman/ And I’m time// I’m nothing/ Says Kabir/ I’m not among the living/ Or the dead.


© 2014
Lino Althaner

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