El haiku que ilustraba la entrada de ayer se relaciona con un concepto cuya asimilación racional exige ciertamente un esfuerzo importante. El postulado de que la posibilidad de existencia del ser descansa en el vacío es, en efecto, una abstracción intelectual para nada relacionada con la experiencia común y corriente. Igualmente la idea de que ese vacío, esa ausencia de ser, es el solo lugar donde puede ser hallada la divinidad, entendida como la suprema radicalidad, aquella en que toda realidad se sustenta.
Original de Rainer Sturm
Teología negativa o apofática es la que afirma que de Dios, el esencialmente trascendente y del todo distinto a entidad alguna que el hombre pueda imaginarse en el terreno del ser, ningún atributo positivo se puede afirmar. Solo es posible referirse a él por medio de negaciones. Dios es, entonces, lo imposible de expresar en palabras -lo inefable-, lo que no tiene principio ni fin -lo increado, lo eterno- y que carece de todo límite -lo ilimitado, lo todopoderoso-, lo que no es susceptible de ser aprehendido por los sentidos -lo inaprehensible, lo invisible. Dios, conforme a esta visión, la suprema radicalidad que permite que cada ente sea, no obstante que él mismo, por pertenecer a un ámbito de orden completamente distinto, no sería propiamente una entidad ni tendría propiamente un ser. en el sentido en que de un ser humano se puede predicar que, en su condición de ente, es.
A este Dios, que es lo absolutamente otro en el vacío, el hombre solamente puede hallarlo en el vacío, en aquel «fondo -como dice Ramón Panikkar en su libro El silencio de Buddha– que es lo que fundamentalmente somos y que es idéntico, al mismo tiempo, a lo que ‘otro’ hombre pueda experimentar: aquel fondo que constituye lo más profundo de cualquier hombre, como lo puede comprobar quien haga tal experiencia; aquella hondura se vive, percibe, siente intuye, como el fundamento único de todas la cosas… y que no se agota en ninguna de ellas,… pues es un ‘trasfondo’ sin fondo». Solo en la inmediatez de ese trasfondo es posible experimentar la radicalidad divina, una experiencia de lo absolutamente otro, de lo inefable. Una experiencia , como afirman los místicos, de la noche oscura, de lo inefablemente otro, oscuro por incomprensible.
San Gregorio de Nisa (siglo IV)
Yo estaba pensando en un párrafo para presentar unos poemas apofáticos de Angelus Silesius, un personaje que ha aparecido en algunas entradas anteriores del blog. Pues bien llevo tres párrafos y no he avanzado demasiado. Espero que a alguno de mis lectores les sirvan, si les resultan interesantes, para aclarar sus ideas. Dejaré por lo tanto los poemas del Peregrino Querubínico para el próximo artículo, contentándome por ahora con citar unos párrafos de San Gregorio de Nisa:
El verdadero conocimiento… y la verdadera visión consisten en ver que él es invisible.
Lo que hay que conocer acerca de Dios consiste en saber que conocerlo
no es otra cosa que descubrir que nada de lo que la mente humana puede
conocer acerca de Dios es conocer a Dios.
Este modo de acercarse a la trascendencia está muy emparentado con el budismo. Es lo que explica Panikkar en su libro. Es lo que da a entender Angelus Silesius en sus poemas.
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También la música, si es música en serio, nos dice de lo inefable, de lo que permanece oculto en el misterio. Este motete -Veni Sancte Spiritus- es del compositor inglés John Dunstable (1390-1453).
Ahora que soy sordo puedo oír claramente el sonido del rocío.
(Now that I am deaf/ I can hear clearly/ the sound of the dew).
Sumido en el vacío, el hombre es capaz de acceder a la esencia misteriosa de sí mismo, para desde allí quedarse contemplando el ser, la esencia de las cosas y la esencia de sí mismo.
Este haiku, de autor desconocido, lo hallé citado en el libro La religión y la nada, del filósofo de la escuela de Kioto Keiji Nishitani (1900-1990). A juicio de este, el breve ilustra la potencia de la supraconciencia, que trasciende lo consciente y lo inconsciente, que se vive en la cercanía del sí mismo, el vacío de toda figura y de todo concepto. Nishitani, es un filósofo nihilista en el sentido de Eckhart y de Heidegger, que cree por lo tanto que la posibilidad de la existencia del ser descansa en el vacío. Se encuentra influido poderosamente por el pensamiento cristiano occidental pero desarrolla su filosofía en el ámbito del budismo.
En mi espacio en la blogósfera, todo está relacionado. Como partes de un gran Uno. La música de la esferas se vincula a la dorada proporción. El arte gótico está relacionado con el pensamiento judío y este con la poesía del Japón, que ahora se hace presente. Se han borrado las fronteras. Todas son partes del mismo intrincado y maravilloso rompecabezas, la vida y la obra del hombre sobre la Tierra.
La poesía del haiku. Finura. Delicadeza. Amor a la naturaleza. Profunda comprensión. Esta selección ha sido motivada por una visita al recinto virtual de mi amigo J. A. Giménez Mas:
No pisoteéis este lugar. Anoche había luciérnagas por aquí.
Issa
No ahuyentes al tábano: ha venido a visitar las flores del cerezo.
Issa
Una gota de rocío. Una hormiga enloqueciendo por ella.
Bôsha
Como si fuera mi alma se abre la magnolia. Me siento mejor.
Kawabata Bozo
Del tiempo viejo, del hombre nuevo
Yacer ya ser para siempre
J.A. Giménez Mas
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La pintura sobre el biombo es del pintor japonés Kano Sanraku. Los haikus han sido seleccionados del libro Hormigas sin Sombra – El libro del Haiku, de Maurice Coyaud (DVD ediciones, Barcelona 2005). El poema de J. A. Giménez Mas, de su obra «21 poemas para el largo viaje», disponible en su blog.