Gustav Klimt fue un interrogador de lo cuestionable y de lo problemático en la vida y en el arte. Para tal efecto hubo de observar la realidad con la mirada de un filósofo y explorar en las profundidades de sí mismo. Se debatió entre lo físico y lo metafísico, entre lo sensual y lo espiritual, dudando tal vez acerca de una clara delimitación entre ambas categorías tradicionales de la experiencia humana.
Fue influido por Schopenhauer, cuya filosofía visualiza el mundo como voluntad y energía ciega en una ronda incesante de nacimiento, amor y muerte carentes de significado. Tal vez también por la de Nietzsche, que en esa época de fines del siglo XIX causaba sensación con sus escritos nihilistas y violentamente contestarios de la civilización europea del momento.
El panel dedicado a la «Filosofía» es uno de los tres que le encargó la Universidad de Viena con el objeto de decorar el cielorraso del salón de actos en el nuevo edificio académico. La Universidad quería unas pinturas que reflejarán el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Parece claro que no es ello lo que la pintura representaba. Si es luz lo que transmiten los ojos de la sacerdotisa en la parte inferior de la obra, parece más bien una luz enloquecida. El cuadro bien podría haber llevado por título «Miseria de la filosofía»
Junto con los dedicados a la «Jurisprudencia» y a la «Medicina», no menos oscuros y ambiguos, los paneles fueron destruidos en el incendio del castillo donde se encontraban, provocado para evitar que las tropas soviéticas se apropiara de las riquezas artísticas que en él se guardaban. Impecable lógica la de la guerra.
En lo que al primero de esos motivos se refiere, solo en la parte superior, unas figuras femeninas secundarias en relación con el resto de la obra, proyectan un símbolo positivo de la jurisprudencia. Aunque pareciera que una especie de neblina y de tiniebla amenaza con ocultarlas. En el resto parecen dominar las tinieblas, en una representación para nada ortodoxa de la tanto admirada como denostada figura jurisprudencial.
Hay algo en estas obras pictóricas que sintoniza con la canción del noctámbulo del Zarathustra nietzscheano:
¡Ay, hombre! Presta atención:
¿Qué declara la profunda medianoche?
‘Yo dormía, dormía…
De un profundo soñar me he despertado;
el mundo es profundo,
y más profundo de lo que el día ha pensado.
Profundo es su dolor…
El placer – es aún más profundo que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡Pasa!
¡Más todo placer quiere eternidad…
quiere profunda, profunda eternidad!’
Versos que serían también aprovechados por Gustav Mahler, otro gran personaje de la época muy admirado por Gustav Klimt. El cuarto movimiento de su Tercera Sinfonía -que parece estuvo a punto de denominar Die fröhliche Wissenschaft (La gaya ciencia) en alusión a la obra de Nietzsche- hace de estos versos el desgarrador canto de una contralto.
O Mensch! Gib acht:/ Was spricht die tiefe Mitternacht?/ ‘Ich schlief, ich schlief…/ Aus tiefen Traum bin ich erwacht;/ Die Welt ist tief,/ und tiefer als der Tag gedacht./ Tief ist ihr Weh…/ Lust,… tiefer noch als Herzeleid;/ Weh spricht: Vergeh!/ Doch alle Lust will Ewigkeit…/ will tiefe, tiefe Ewigkeit!’
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© Lino Althaner
2014