En el artículo anterior hice una referencia al Poimandres, atribuido a Hermes Trismegisto, un texto al que debería dedicarme más a fondo en este espacio. Tal vez, luego de terminar el ciclo sobre Hildegarda de Bingen y las visiones del Libro de las Obras Divinas.
La temática del Poimandres trata del mito gnóstico que gira en torno a la figura divina del Hombre Primordial y su caída en la naturaleza terrenal, y que culmina en la posibilidad de redención que es brindada al alma capaz de superar, después de la muerte, las pruebas que se interponen en su camino ascensional. Para ello, debe atravesar las siete esferas planetarias del universo geocéntrico de Ptolomeo (Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno), cada una de ellas custodiada por celosos guardianes que tratarán de impedírselo, y llegar a la octava esfera -la Ogdóada- de las estrellas fijas, la cual lo ubica ya en el umbral mismo de la morada del Padre Dios. Es una historia bellísima.

Ramón Llull – De nova logica, 1512 – Las siete esferas están aquí figuradas por los siete peldaños del reino mineral, el fuego, las plantas, las bestias, el hombre, el cielo y los ángeles. En el octavo y divino peldaño, la Sabiduría ha construido su morada (Alexander Roob, Alquimia y Mística, Taschen 1997)
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Según Sinesio de Cirene (370-c.314), filósofo neoplatónico y a su vez sacerdote cristiano, obispo de Ptolemaida, el ascenso que debe superar toda alma humana para recuperar su esencia primordial y morar en la Casa de Dios, ni el mismo Jesús el Mesías puede evitarlo. Así se manifiesta en este hermoso himno de su autoría:
Durante la Ascensión, ¡oh, Señor!,
temblaron los demonios del aire.
El coro de las estrellas inmortales
enmudeció de asombro.
El sonriente éter, sabio
generador de armonía,
tañó la lira de siete cuerdas
e interpretó un aire triunfal.
Mas Tú, con alas extendidas,
irrumpiste a través de la azulada bóveda
y reposaste en las esferas
de pura Inteligencia:
fuente de todo lo que es bueno,
el cielo se llenó de Silencio.
Suenan los sones de la lira de siete cuerdas. Siete notas, siete cuerdas, siete planetas, siete esferas. Sin embargo, en el momento culminante, el gozo que inunda a todo el cosmos y al reino de los cielos es tan inmenso, que solo el Silencio es capaz de expresarlo.
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Arvo Pärt nos brinda una recreación musical del silencio. Parecido tal vez a aquel Silencio.
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© 2014
Lino Althaner
Ago 28, 2014 @ 10:16:19
El mito gnóstico de la ascensión es, a mi juicio, la culminación de toda la doctrina iniciática de los primeros cristianos, más cercanos al mensaje evengélico original. La caída y la recuperación del Reino se describen como dos ámbitos que si bien parecen contrapuestos, son en realidad unitarios y no se explican sino es a través de su debida complementación, uno es el antecedente necesario del otro (caída y ascensión). Jesucristo vino a recordar el origen del ser humano, bajó en nombre del Dios lejano y ascendió abriendo el escape cósmico por donde deberán pasar todas las almas en tránsito evolutivo.
De allí que el escape de las almas haya sido tomado como mito arquetípico por muchas religiones institucionales. Pero lo cierto es que es un itinerario de regreso al Padre, a través del hermano primordial, que es el camino, la luz y la vida.
Un fuerte abrazo en XTO.
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Ago 28, 2014 @ 21:12:26
Ciertamente para el cristiano, Jesús de Nazaret, el Mesías, ha de ser ubicado en el centro de ese mito de la ascensión del alma al reino de los cielos. Una ascensión que, como dices, él mismo experimentó, dejando expedito el camino para los hombres después de él.
Un saludo muy afectuoso.
Lino
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Ago 28, 2014 @ 12:57:17
Hola Lino, como siempre un placer encontrar correspondencias entre los temas que tratamos en nuestras bitácoras. En esta ocasión recordar el relato del Poimandres me ha hecho de nuevo evidente la semejanza de significado que podemos encontrar con el «Himno de la Perla» del Evangelio gnóstico de Tomás del que publiqué una traducción, y también con el relato visionario «El Arcángel teñido de púrpura» del gran restaurador de la filosofía de la antigua persia Sohravardî. Sobre éste último publiqué un fragmento al final de una entrada dedicada al color rojo, y por derivación el púrpura -color simbólico en el relato-, procedente de un ensayo del gran iranólogo Henry Corbin.
http://barzaj-jan.blogspot.com.es/search/label/Sohravard%C3%AE
Saludos
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Ago 28, 2014 @ 21:08:24
También tengo algo sobre el Himno de la Perla, que es una maravilla de poesía gnóstica antigua, de esa que habrá encantado a tantos cristianos, y eminentes cristianos que fueron ciertamente influidos por esta tendencia, luego silenciada institucionalmente. Con respecto al Poimandres, es también un texto muy bello e inspirador. Ahora mismo estoy completando otra pequeña nota acerca de la creencia gnóstica en el ascenso del alma después de la muerte. Te agradezco el vínculo que me envías. Lo leeré con mucho interés, como todo lo que escribes.
Un saludo cordial
Lino
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